Jesús dejó el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
«Salve Regina (Gregorian Chants)» © Con la autorización de Juliano Ravanello
«J.S. Bach Transcriptions for Oboe» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Señor Jesús, te lo pido: líbrame de ser mudo.
Líbrame de aquello que no puedo decir, por miedo.
Líbrame también de mi sordera: de no saber escuchar, por indiferencia.
Líbrame de todos mis prejuicios, que me hacen excluir y marginar a otros.
Como el hombre mudo del Evangelio, también quiero que te acerques a mí.
Toca también mi lengua y mis oídos
y pronuncia tu palabra de liberación en mí: ¡Effetá, Ábrete!
Dame confianza para comunicarme con los demás con sinceridad.
Pero sobre todo dame fuerza para hablar de Ti al mundo.
Dame tu Gracia para crecer en capacidad para escuchar y anunciar Tu verdad.
Señor, ya libre de mis miedos, me pides hablar de Ti a los que no te conocen.
Me envías, siguiendo tu ejemplo, para poder acompañar dolores y sufrimientos,
para transmitir tu Evangelio,
y para ayudarte a construir un mundo de unión, respeto y dignidad.
Te doy gracias, Señor, por saberme liberado.
Dame tu Amor y Gracia,
para poder amar y liberar a otros.
(Gabriel Roblero sj)