Jesús dijo a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».
«A Celtic Celebration» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
He perseguido sueños vanos,
he comprado tesoros vacíos.
He querido aprisionar amores
y he cerrado con llave mi hogar,
para que no me lo invadan.
He vestido las dudas con falsas certezas
y he tratado de matar mis miedos cerrando los ojos,
pero al final vuelvo a estar
desnudo y temblando.
Hasta que, al encontrarte, todo cambia.
Tu evangelio es fuego que me enciende,
llamada, que me pone en camino,
tesoro por el que vendo todo,
y soy tan pobre y tan rico.
Tu palabra despierta la pasión.
Tu vida es lección
que me enseña a vivir,
a querer,
a saltar al vacío.
Contigo, los sueños son posibles,
los tesoros infinitos,
el amor eterno.
La puerta está abierta,
y el hogar repleto,
de momentos
de historias
de encuentros.
La fe arriesga,
y el miedo calla.
Me visto de Ti,
en mi debilidad tu fuerza,
y todo encaja…
(José María R. Olaizola, sj)