Jesús se dirigió así a los suyos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».
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¡Señor, que mi encuentro contigo sea siempre con la puerta abierta, de par en par,
que puedas entrar sin impedimentos en mi corazón, en mi vida, en mi ser!
¡Que seas Tú esa puerta que me abre a la realidad mirada por Ti,
y me impulse a darme a los demás con entrega y generosidad, con humildad!
¡Señor, que no me suceda como con los discípulos después de tu resurrección,
que estaban encerrados en casa, con las puertas atrancadas,
yo quiero escuchar de Ti: «la Paz esté contigo»!
¡No permitas que viva replegado, ausente, sin ser testigo y testimonio,
sin alegría, sin nada que transmitir al mundo!
¡Haz que atraviese las estrecheces para dar a conocer tus signos,
tu buena noticia, tu verdad!
¡Envía tu Espíritu sobre mí, Señor,
para que mi vida no sea un ir tirando, para no llevar una vida empobrecida,
sino para vivir con energía interior, con alegría cristiana,
con el gozo de sentirme hijo de Dios!
¡Señor, quiero abrirte las puertas para que se abran en mi horizonte de verdad y Vida!
(Lola Vegas, aci)