A los amigos de Jesús les gustaba recordar todo lo que había ocurrido en la última cena, porque había sido cuando más cosas les había enseñado Jesús. Ahora que había resucitado intentaban acordarse de todo, para hacer lo que él les había dicho. Por ejemplo, cuando Judas se fue para entregarlo, Jesús les explicó que todo lo que iba a pasar era para mostrar mejor la grandeza de Dios. Eso al principio no lo entendían, pero ahora que había resucitado ya sabían que sí. Pero sobre todo se acordaban de sus palabras sobre el amor. Porque Jesús les había dicho que, como les quedaba poco tiempo juntos, les iba a dar el mandamiento más importante. Y es cuando les dijo: «Yo os quiero y os he querido siempre muchísimo. Pues vosotros tenéis que quereros igual unos a otros, con generosidad, sin exigencia, cuidando de verdad unos de otros. Porque esa es la señal de que sois mis amigos».
Poco a poco intentaré amar
A ser quien soy siendo sincero y puro
A ganarse con sudor el pan
Y a no poseer nada, nada innecesario.
Simplemente
intentaré amar.
Ser hermano,
ser universal.
Sin miedo al caminar,
sin miedo al denunciar,
sin miedo al qué dirán.
El mundo empezará a cambiar
si buscas la libertad
sin miedo en tu interior.
Simplemente intentaré amar
y a no imponer mi forma de pensar.
A ofrecer a todos lo mejor
ser hermanos entre los hermanos.
Simplemente
intentaré amar.
Ser hermano,
ser universal.
Sin miedo al caminar,
sin miedo al denunciar,
sin miedo al qué dirán.
No tengáis temor,
es Jesús quien dice
«No tengáis temor».
Gracias Jesús, por enseñarnos a querer a todos.
Gracias Jesús, por tu ejemplo como buen amigo.
Gracias Jesús, por ayudarnos a ser buenos hijos.