Jesús estaba un día en casa de unos amigos suyos. Había dos hermanas, que se llamaban Marta y María, y eran las dueñas de la casa. Marta no paraba de trabajar, preparando la mesa, la comida, todos los rincones. María, en cambio, estaba todo el tiempo con Jesús, escuchando sus palabras. Entonces Marta se enfadó y se plantó en medio del grupo, y le dijo a Jesús: «Oye, ¿no te parece que mi hermana tiene mucha cara dura? Me tenía que ayudar y no da ni golpe. Dile que me ayude». Pero Jesús miró a Marta con cariño, y le dijo: «Marta, Marta, estás preocupada de muchas cosas que no hacen falta. María ha hecho lo que tenía que hacer».
TAN CERCA DE MÍ, TAN CERCA DE MÍ QUE HASTA LO PUEDO TOCAR JESÚS ESTÁ AQUÍ Le hablaré sin miedo al oído. Le contaré cosas que hay en mí. Y que solo a él le interesarán él es más que amigo para mí. Míralo a tu lado caminando y paseándose en la multitud muchos ciegos van, pero no le ven ciegos de ceguera espiritual. No busques a Cristo aquí en lo bajo ni lo busques en la oscuridad, muy cerca de ti, y en tu corazón puedes adorar a tu Señor.