Un día, después de rezar un rato, Jesús preguntó a sus amigos. ¿Qué dice la gente de mí? Ellos le contaron muchas cosas que se oían por ahí. Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres el profeta Elías… Y es que la gente estaba tan sorprendida con todo lo que hacía Jesús que pensaban que tenía que ser alguien famoso. Entonces Jesús, les preguntó a sus amigos. Y vosotros, ¿quién creéis que soy yo? Pedro fue el primero en contestar. Jesús, tú eres el Mesías de Dios. Mesías, para los judíos, significaba el enviado de Dios. Jesús asintió y les dijo. Vale, pero no se lo podéis contar a nadie. Porque todavía tendré que pasar por muchas dificultades antes de que la gente se dé cuenta. Hasta morir y resucitar. Entonces los miró con mucho cariño y les dijo: Si queréis seguirme, tenéis que cargar con la cruz y venir conmigo. Porque el que solo pelea por sus propios intereses, vivirá una vida muy triste. Pero el que es capaz de entregarse como yo, ese tendrá una vida plena.
Gracias, Señor, por mi cruz de cada día,
porque así sigo tus pasos en dolor y en alegría.
Gracias porque sufro y a veces me siento nada,
y tu fuerza en mis caídas me levanta y me salva.
Gracias porque veo en mi miseria tu mirada
que me abraza y me recrea y hace nueva mi alma.
Gracias porque puedo dar sentido al dolor
y sé que Tú estás dando fuerza al corazón.
Si no fuera por esas cosas qué te iba yo a ofrecer,
cómo te iba a hacer sentir lo que te llego a querer.
Si no fuera por esas cosas cómo podría yo
mirarte en la cruz y desear ser como Tú.
Si no fuera por mis penas cómo iba a comprender
al que sufre y desespera anhelando amanecer.
Jesús, quiero cargar con la cruz y seguirte, pero tienes que ayudarme. Yo sólo no puedo. La cruz pesa mucho y me cuesta caminar… Yo tan solo soy un niño y quizás haya muy poquitas cosas que yo pueda hacer. Pero si dedico un minuto a pensar y mirar dentro de mí, seguramente pueda seguir tu ejemplo, de muchas formas. En mi día a día, las clases de cole, el recreo, comedor, tiempo libre y un sinfín de actividades… es en esos momentos en los que necesito ser mejor persona, preocuparme por los que están a mi lado, y olvidarme de mí mismo para no caer en el egoísmo y la indiferencia. Nosotros, como niños, podemos conseguir que el mundo quizás sea más justo y solidario. Gracias, Jesús, porque tus hechos y palabras nos proporcionaran la fuerza necesaria para conseguirlo… fuerza para cargar con la cruz. Así, entre los dos, será todo mucho más fácil.