Jesús estaba comiendo en casa de Simón el fariseo. Los fariseos eran los que decían que cumplían siempre la ley y se consideraban mejores que los demás. Mientras comían entró en la habitación una mujer que tenía muy mala fama, y se puso a llorar delante de Jesús, mientras le lavaba los pies con sus lágrimas y con perfume. Simón estaba indignado, porque la mujer era una pecadora, y la ley decía que los pecadores no pueden tocar a los puros. Jesús se dio cuenta, y le dijo: «Oye, Simón, te voy a contar una historia. Un hombre perdonó a dos que le debían dinero. A uno le perdonó 10.000 euros, y a otro 100 euros. ¿Quién estará más contento?» Simón dijo: «Al que le perdonó más». Entonces Jesús le contestó: «Pues esto es lo mismo. Tú tampoco eres perfecto. Cuando entré en la casa, no me has dado nada para lavarme, como dice la ley. Ni me has echado perfume (todo eso lo mandaba la ley). Ella, en cambio, sí me ha lavado los pies con sus lágrimas y con perfume. Tú también te equivocas, pero no te das cuenta de que necesitas el perdón. Ella, en cambio, como ha pecado mucho, es mucho más humilde para pedir perdón. Y yo la perdono». Entonces se volvió a la mujer y le dijo: «Tus pecados están perdonados». Los otros invitados estaban sorprendidos pensando que quién puede perdonar pecados. Jesús volvió a hablar con la mujer y le dijo: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz». Ella se fue, y luego Jesús se marchó. Y por los caminos iba haciendo el bien, seguido de un grupo de sus amigos y amigas más queridos.
«Misa joven 1. De otra manera.» © Autorización de Assisi
Padre nuestro, Padre nuestro que en el cielo y tierra estás Santificado tu nombre sea nuestra voz nuestro hogar Que venga siempre tu reino que se haga tu voluntad en la tierra y en el cielo para todos tu hermandad. Y que a todas las personas les llegue siempre tu pan perdónanos nuestras faltas pues queremos perdonar. No caigamos en las trampas que nos va tendiendo el mal Padre nuestro, padre nuestro así queremos rezar. Así nos dijo tu hijo que te llamemos papá. (Toño Casado)