Un día, Jesús iba caminando hacia una ciudad que se llamaba Naín. Y como pasaba siempre, además de sus amigos, había mucha gente que se acercaba a ellos. Justo cuando entraban en la ciudad, salía un grupo de gente, que iban a enterrar a un chico. Era el hijo único de una mujer viuda, que no paraba de llorar. Cuando la vio, Jesús sintió mucha pena, se acercó a ella y le dijo: «No llores». Se acercó al ataúd, lo tocó y dijo: «Muchacho, a ti te lo digo: levántate». Y el chico de golpe se levantó y empezó a hablar. Jesús lo tomó en brazos y se lo entregó a su madre. Todos los que lo vieron estaban impresionados y daban gracias a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios nos ha visitado». Todo el mundo hablaba sin parar de estas cosas.
«El amor lo arregla todo.» © Con la autorización de Migueli
No importa si dudo, no importa si caigo, no importa si fallo si quiero cambiar. Voy bien cuando escucho, voy bien cuando abrazo, voy bien cuando ayudo si busco amar. El amor lo cura todo, el amor perdona todo, el amor lo arregla todo y, pa caminar, la gasolina siempre es amar. (Migueli)
Si alguna vez hay dolor y pena a mi alrededor… …Padre, que yo pueda querer como hizo Jesús. Si alguna vez siento que todo está mal… …Padre, que yo pueda querer como hizo Jesús. Si alguna vez he hecho daño a alguien… …Padre, que yo pueda querer como hizo Jesús. Si alguna vez alguien me hacen daño… …Padre, que yo pueda querer como hizo Jesús.