Un día que Jesús estaba rodeado de mucha gente, les contó cosas sobre el Reino de Dios, y curó a los que estaban enfermos. Ya se hacía de noche, y uno de sus amigos vino y le dijo: «Oye, que va a ser hora de cenar. Dile a la gente que se vaya ya ¿no? que aquí no hay nada de comer». Jesús le dijo: «Dadles vosotros de comer». Se le quedó mirando con una cara.... y le enseñó una cesta que traía. Le dijo: «Jesús, pero es que solo tenemos cinco panes y dos peces que son para cenar nosotros. ¿Qué hacemos? ¿Dónde podemos comprar comida para tanta gente?» Porque había más de cinco mil personas. Jesús les dijo: «Decid a la gente que se sienten en grupos». Lo hicieron así. Entonces Jesús tomó los panes y los peces, invocó a Dios y luego empezó a partir la comida. Y cuanto más partía, parecía que nunca se acababa. Dio de comer a todos. E incluso sobraron doce cestos llenos de panes y peces.
Dame de comer tu pan, dame de beber de ti, calma mi hambre y mi sed que yo no quiero morir. Dame de tu ser la luz, y renovarás mi fe, y en espíritu y verdad, postrado te adoraré.
Jesús, tus ojos miran con cariño. Que mis ojos sean como los tuyos. Tus oídos escuchan al que pide ayuda. Que mis oídos sean como los tuyos. Tu corazón sufre con los que sufren. Que mi corazón sea como el tuyo. Tus manos acarician a todos. Que mis manos sean como las tuyas. Tus pies te acercan a los más pobres. Que mis pies sean como los tuyos.