Jn 10, 27-30
Como la gente era muy sencilla, y normalmente los sacerdotes hablaban con palabras raras que nadie entendía, les gustaba mucho escuchar a Jesús, porque él decía las cosas con ejemplos que ellos podían entender. Como un día que les dijo: «Mirad, yo soy como un pastor. Cuando las ovejas oyen mi voz, se tranquilizan. Y yo conozco a cada una –porque, aunque parezca que son todas iguales, cada una es distinta– Ellas me siguen. Y yo las llevo al mejor sitio».
Y siguió hablando, pero ahora ya de las personas, que es a lo que se refería: «Yo les doy la vida eterna. Nadie morirá para siempre, y nadie perderá mi amistad. Mi Padre, el buen Dios, es el que ha puesto a la gente en mis manos, y nadie se perderá de nosotros, porque el Padre y yo somos uno».
Jesús vendrás a mí
de Toño Casado
interpretado por Coro juvenil San Juan Bosco
«Misa Joven 2. Diferente.» © Autorización de Assisi
Jesús, para siempre
El amor…
para siempre.
El odio…
se acabará.
Los amigos de verdad…
para siempre.
Las mentiras…
se acabarán.
El hambre…
se acabará.
La alegría…
para siempre.
Jesús…
para siempre.