La gente seguía muy impresionada con Juan, y todavía pensaban si él sería el Mesías. Aunque Juan les había dicho: “Yo os bautizo con agua, pero el verdadero Mesías es mejor que yo. Y os bautizará con agua y fuego”. Entonces, un día, entre los que esperaban para que Juan les bautizase, apareció Jesús. Y entró en el agua. Se bautizó. Y estaba rezando. En ese momento hubo un trueno, se vio al Espíritu Santo con forma de paloma, y todos oyeron una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el amado, a quien más quiero”.
«Consagrados a ti. » © Autorización de San Pablo Multimedia
Ven, Espíritu Santo Creador, ven Fuego que alienta la vida, ven, Agua que limpia y nos fecunda, Soplo que nos hace andar. Empujas la historia hacia la libertad, deshaces los miedos que atan, derribas los yugos que oprimen la voz, sacudes las cobardías. Más dentro de mí que yo mismo me habitas, Espíritu de amor, me mueves por dentro, me lanzas a amar, me llenas de gracia y ternura. Me alzas del polvo, me pones de pie, me abres de nuevo el camino, me imprimes a fuego en el corazón el rostro de Cristo, el Señor. Ven, Espíritu Santo Creador, ven Consolador de los pobres.
Cuando tenemos miedo...
Cuando estamos perdidos...
Cuando hacemos algo mal...
Cuando nos sentimos solos...
Cuando estamos contentos y agradecidos...
...Dios es nuestro hogar.