Sal 115
Sus ídolos son plata y oro, hechura de manos humanas: Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, tienen nariz y no huelen, tienen manos y no tocan, tienen pies y no andan, no tiene voz su garganta…
Quitémosles las capas
A los bellos,
a los sabelotodos,
a los fuertes,
a los ricos,
a las guapas de espejo,
a los arrogantes,
a los manipuladores,
a las reinas de la fiesta,
a los chulos de barrio,
a los que opinan de todo
pero no escuchan nada,
al que sonríe sin alma,
al buscador de atajos,
al vendedor de quimeras,
al triunfador sin historia,
al presuntuoso,
al arrogante,
al que pisa fuerte sin mirar a quién…
al que nunca duda,
al que siempre manda.
…Hay que recordarles
que también lloran, aman.
Y se equivocan a ratos.
Que no es el fulgor fugaz
lo que nos hace personas,
sino la desnudez frágil
Y que es en la normalidad compartida,
donde nos podemos encontrar
hermanos.
(José María R. Olaizola)